Sal en la dieta e hipertensión

Diversos estudios han demostrado que existe relación entre el consumo de sal y la aparición de HTA (hipertensión arterial).El beneficio comprobado de una restricción moderada y los efectos no presores de la sal, justifican ampliamente la recomendación de una ingesta entre 3,5 y 6 gr diarios.

De hecho, la OMS (Organización Mundial de la Salud) recomienda una ingesta máxima diaria  de sal de 5gr  para adultos. En España, según un estudio que realizó AESAN, se consumen de media 9,8gr de sal por persona y día, lejos de la recomendación de la OMS. Se estima que una reducción del consumo de sal a los niveles recomendados por la OMS podría evitar cada año 20.000 accidentes cerebrovasculares y 30.000 eventos cardiacos en España.

Igualmente, se ha observado que aquellas personas que ingieren al menos 1gr de sal al día  tienden a incrementar sus valores de colesterol total, colesterol LDL, hemoglobina, proteínas totales, albúmina, insulina y relación glucosa/insulina.

Por todo ello, conviene adaptar el consumo de la sal de nuestra dieta, a la cantidad que nos recomienda la OMS y con ello reducir las  patologías anteriormente mencionadas, así como las cifras de PA (presión arterial), disminuyendo  de esta manera tanto el daño en los órganos afectados por dichas patologías como el uso de medicamentos para tratar las mismas.

Por ello, es importante conocer la variabilidad del contenido de sal de los diferentes alimentos, así tendríamos que:

• alimentos con mucha sal serían aquellos con 1,25gr por cada 100gr de alimentos y
• alimentos con poca sal serían aquellos con 0,25gr  por cada 100gr de alimento.

7 maneras de controlar y reducir la sal de nuestra dieta

1. usando menos sal al cocinar
2. evitando alimentos procesados ricos en sal como por ejemplo: embutidos, conservas, alimentos precocinados...
3. no añadiendo sal  a la comida al sentarse en la mesa
4. evitando carnes crudas con sal, tocino ahumado, jamón, salchichas de Francfort, fiambres procesados, salazones, encurtidos, refrigerios salados, galletas saladas, sopas de lata o de sobre en polvo, caldo de cubitos, quetchup, mostaza preparada, salsas para carne y barbacoa, aceitunas y agua con gas entre otros
5. cuando vayamos a un restaurante, pedir que la comida que nos sirvan no esté salada
6. leeremos las etiquetas de los envases de los alimentos para saber qué dicen sobre el sodio en la lista de ingredientes. Algunas etiquetas indican la cantidad de sodio que contiene cada porción
7. en lugar de sal, siempre que podamos, condimentaremos con especias, hierbas aromáticas , zumo de limón, ajo fresco o cebolla

Igualmente limitaremos el consumo de alimentos como, despojos (hígado, corazón riñón) y mariscos (gambas, almejas, langosta).

Algunas consideraciones a  tener en cuenta:

• Sería necesario, también, sustituir el pan normal por pan sin sal
• El jamón "York" lleva tanta sal como el resto de embutidos, y también el jamón del país o serrano
• Llevan cantidades importantes de sal las sopas de sobre y las pastillas de caldo
• Son tolerables los quesos blancos o tiernos, ya que tienen menos sal que los curados
• Las galletas, las pastas y los pasteles son alimentos ricos en sal

Para mantener  una presión sanguínea saludable, son tolerables de una a dos tazas de café o té al día y cantidades moderadas de vino o cerveza (acompañando a las comidas principales).

¿ Es recomendable usar productos dietéticos bajos en sal ?

No es necesario su uso, pues podemos habituarnos a comer con menor contenido de sal, e incluso sin sal añadida, únicamente con la que nos aportan los propios alimentos, pero en caso de ser utilizados, es conveniente procurarse aquellos de casas comerciales fiables y prestar especial atención al etiquetado, en el que debe estar claramente indicada su composición tanto cualitativa como cuantitativa.

Finalmente hemos de poner en valor que una de las piedras angulares en el tratamiento de la hipertensión es una dieta saludable que incida en una reducción de la sal y grasas saturadas así como en el  control del peso y en la moderación en el consumo de alcohol. De la misma manera, es fundamental  llevar a cabo una alimentación sana, baja en sal y en grasas saturadas,  controlando nuestro peso, moderando el consumo de alcohol y realizando  ejercicio físico a diario.

Cualquier persona que se vea obligada a modificar sus hábitos alimentarios no debe resignarse a sufrirlo como un castigo sino que, sencillamente, a la hora de elegir sus menús, deberá elegir otros alimentos  más saludables  y un tipo de condimentación diferente.

En poco tiempo nos acostumbraremos a un sabor menos salado y a disfrutar más y mejor del sabor que nos aportan por sí mismos los diferentes alimentos.

FUENTES:

Sal e Hipertensión Arterial. Rev. Chil. Cardiol. v.28n.1 santiago abr.2009

AESAN (Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición); Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad y UCM (estudio realizado por Ortega y col, 2011), Dietas Bajas en Sal. Temas de nutrición. C.O.F de Barcelona